Ignorance is bliss
En el pasado solía recordar todo.
Quería ser inteligente, quería que todos supieran que era ingeligente, quería tener la información a la mano.
Tenía una respuesta, no sólo correcta sino también afilada, filosa, ácida, quirúrgica, para cada ocasión que lo requiriese.
Cada dato que llegaba a mí era importante, pensaba que la gente iba a valorar eso, porque valoraba a la gente inteligente.
Pero resultó que a la gente no le gusta la gente inteligente.
Los llaman vivos, piolas, vivillos, listillos, sabelotodos. No les gustan.
No, a la gente no les gustan los que tienen respuestas para todos; les gustan más los que asienten, o callan. Los que no traen problemas, los que se ajustan.
Pasó mucho tiempo, pero finalmente comprendí.
Ahora mi memoria es débil, recuerdo sólo lo necesario, y lo necesario es realmente poco, porque todo puede ser averiguado, eventualmente, o, en la mayoría de los casos, sencillamente olvidado, ignorado.