Palabras al pedo

Palabras al pedo

...y entonces me rajé el mejor pedo de la historia. Me cagué como nunca se habían cagado antes, y no creo, sinceramente, que se hayan cagado hasta ahora.
Fue como una descarga mortal e infinita. La consistencia anticipaba ya el hedor, y no decepcionó, realmente. Caldoso como pocos, caliente y espeso, tardó en sentirse: apenas si podía moverse por el aire, aún cuando se trataba del frío aire de Julio.

Tardó, pero de a poco se fue dispersando, y la gente empezó a fruncir el ceño, a mirar hacia los costados, a acomodarse la corbata o el pañuelo. Y entonces sentí, por un momento, que vengaba al mundo de todos sus males; que redimía y castigaba al mismo tiempo sin piedad, a todos los granujas y malandras. Y en el fondo había un enorme dejo de justicia, porque esto era para todos, ricos y pobres, lindos y feos, buenos y de los otros.

Y fue como una obra maestra, porque estoy seguro que ese pedo no se iguala así nomás. Fue la sublimación del pedo, y aunque la gente pareciera no entenderlo, o despreciarlo al ritmo acelerado de su respiración, ese pedo fue casi perfecto. Si alguien alguna vez soñó con un pedo, fue de seguro ése. Un señor pedo, realmente.