Un hombre sin infancia

No tengo la menor idea de qué es un barquillo.

9 opiniones:

Anónimo | diciembre 19, 2006 1:49 p.m.

sí que tiene! es un cucurucho, pero vacío y chato. o un cubanito, pero triangular, más grande, vacío y chato.
eso!

:)

Romau | diciembre 19, 2006 2:30 p.m.

Don Fulgencio, un barquillo es un cucurucho planchado, o sin enconar. En las playas solía pasar un tipo con un tacho grande y una pseudo-ruleta arriba, donde salía la cantidad de barquillos que te daban por el tiro.

Abrazo.-

Subjuntivo | diciembre 19, 2006 2:37 p.m.

Mis queridos,

Yo les agradezco, pero sus buenas intenciones no hacen más que confundirme...

-tanto quilombo hace la gente por un cucurucho planchado?
-con el calor que hace en la playa la gente prefiere una pasta imposible de digerir antes que un refresco o un helado?
-ruleta? tiro? lo qué?
-esta porqeuría no tenía relleno ni nada por el estilo?
-el señor que los vendía iba por la playa al grito de "barquillos, barquillos"?
-porque son los barquillos un cucurucho planchado, y no los cucuruchos un barquillo inflado?
-cuántos años tienen uds?


Y muchas más, claro, pero corto por ahora.

Muchas gracias igual
Atte,
S.

Anónimo | diciembre 19, 2006 5:49 p.m.

como ya le dije...
1) no, tanto quilombo no, pero es rico
2) la gente come cualquier cosa, ya sabe cómo son
3) de eso no estoy segura, porque nunca lo hice, que le responda Romau, que parece que es el que sabe...
4) no
5) porque tienen aspecto de cucrucho aplastado... ya los verá!
6)26, pero siempre qe me preguntan, por algún extraño motivo, respondo 27.

Romau | diciembre 21, 2006 1:49 p.m.

bueno, respondo la 3 a pedido de G.

El Barquillero, que iba al grito de "Barquillooooo" o bien "Barquillerooooo" (*), no venía barquillos en si, sino que vendía un tiro en su pseudo-ruleta, la cual estaba implementada en la tapa del recipiente (era un cilindro de 1 m de alto y 30 cm de diámetro, x lo gral de color rojo). La ruleta consistía en nros del 1 al 5 (muchos unos) y un 10. Al comprar uno hacía girar un flecha que estaba sobre la ruleta y el nro que esta señalaba era la cantidad de barquillos que se llevaba.

(*) sería la rta 4 bis, que G. se salteó.

En cuanto a mi edad, tengo 22, pero por algún extraño motivo a mi documento se le da por decir que pasé los 30...

El Cronista Deportivo | diciembre 25, 2006 11:59 p.m.

Pobre señor, nunca probó un barquillo...

No conoce la felicidad

Subjuntivo | diciembre 26, 2006 3:22 p.m.

G. y Romau, pues gracias por sus respuestas!

Estimado cronista, debo decirle un par de cosas, si me permite:

-Pobres son los que no tienen para comer, yo soy muy afortunado en ese respecto
-Es cierto que, técnicamente, nunca probé un barquillo. Pero, si nos flexibilizamos una poca, y postulamos al barquillo como un cucurucho aplastado, entonces podemos concluir que sí lo probé. A menos claro que la achatancia provoque una sensación especial en las papilas gustativas, en cuyo caso debería reconocer que el sabor del mentado barquillo me es desconocido.
-La felicidad, y aquí es donde se lleva usted todos los premios, no la conozco, es cierto; tiene usted toda toda la razón. (Tanto no la conozco, que he empezado a dudar de su existencia, como lo hiciera alguna vez de Papá Noel o los Reyes Magos)

Por último, le devuelvo una pregunta: qué pasa con sus libretas usadas? Eh?


Saludos,
S.

Anónimo | diciembre 26, 2006 4:01 p.m.

bueno... un poco la conoce... o tal vez no conozca a la felicidad, pero sí a la felicitud... lo que pasa es que como no está todo el tiempo con usted, se le olvida...

pero segurísimo que la conoce...

El Cronista Deportivo | diciembre 26, 2006 5:35 p.m.

El saborcito de los barquillos llegaba con el sonido lejano que hacía la el barquillero para llamar la atención. Era una especie de ruleta que giraba y taca taca taca, por el mismo precio te podían tocar, uno o más barquillos, de acuerdo en qué casillero caía tu tiro. Así entonces cuando uno estaba en la playa, feliz de la vida y escuchaba el sonidito de este tipo que llegaba, uno no sabe desde donde, empezaba ese cosquilleo y esa ansiedad por saborear la mayor cantidad de barquillos posibles. Era un juego en el cual nunca perdías. En todo caso tenías la ilusión de ganar más de lo que pagabas. Desde el instante entonces en yo percibía el ruidito, hasta aquel otro en que devoraba la última miguita, era feliz, plenamente feliz.

Respecto a las Libretas, el que las hace las tiene un poco olvidadas. Creo que enero se va a poner las pilas nuevamente. Tiene tanto blog por ahí que atender el pobre... Uy, se me escapó el adjetivo equivocado otra vez. Sepa disculpar.