Bona fide

Estoy sentado en un Bonafide junto a la ventana. A mi derecha, el largo del local, y bien pegado a mí, tres veintiañieras que hablan pavadas (demasiado fuerte y demasiado cerca para mi gusto). A mi izquierda, un cerco de madera, una canastita con chocolates, el vidrio, y más allá la calle, el sol, los autos, la gente.
Intento perder mis pensamientos en algún lado, y me cuesta. Una de tantas figuras pasa por la ventana del mundo. Sólo que ésta no sigue, como todas las demás, sino que se queda. Lo sé aunque no lo vea, porque percibo una silueta. No quiero mirar: que mire lo que quiera en la vidriera, y se vaya. Y trato de seguir en lo mío. Y no puedo. Y no se va.
Y ya me empiezo a poner nervioso. Y entonces miro, ¿qué más puedo hacer?
La cara de la señora me angustia de golpe, de prepo. Con la cabeza colgando mira hacia abajo, hacia los chocolates. No tiene ninguna expresión en particular, sólo la de aquel que piensa, del que siente sin querer. Y yo me empecino en estar seguro que esa señora quería comprar chocolates, porque hace mucho que no come dulces, o porque piensa en sus nietos, o sólo porque se tentó, o recordó aquellos años de chocolates y risas. Y sin embargo, no puede, porque no da el presupuesto. El bolsillo dice que no, ¿qué podés hacer? Y mientras barrunta y piensa qué gasto podría evitar para poder afrontar los chocolates, aprieta fuerte el monedero, y la espalda se le encorva un poco más.
Y entonces, con aire cansino, se aleja.
Y yo ya no quiero mi café.

4 opiniones:

Cassandra Cross | febrero 27, 2009 5:46 p.m.

Me gustó mucho leerlo, aunque me pesa un poco más de lo que me gustaría, también.
El invierno que viene va a ser muy duro, estimado.

Fodor Lobson | febrero 28, 2009 12:35 p.m.

liked it

Puercoespín | marzo 01, 2009 1:04 a.m.

Yo sabía, avanzaba en la lectura y sabía (sospechaba) que el golpe en la mándíbula estaba por llegar. Y llegó nomás.
¿Puedo decir muy bueno lo suyo? Es que siempre lo asumo como el relato de un hecho verídico y entonces me pongo incómodo si hablo de cómo lo cuenta y no de lo que cuenta.
Problema mío.
Tiene razón Cassandra: nos espera un invierno muy duro.

Subjuntivo | marzo 01, 2009 1:11 p.m.

Cass, gracias. Yo creo que todos los inviernos son difíciles.

Fod, thanks.

Puercoeso, ¿puede ser que me haya vuelto medio cursi, siempre con el golpe bajo? Lo voy a pensar.
Puede decir lo que guste, y efectivamente, en gran medida se trata de situaciones "reales", de algún modo adaptadas. En cualquier caso, recuerde aquello de "Esta historia es real, dado que yo mismo la he inventado".


Saludos,
S.