If a body meet a body...

Me maltrataron. Me abandonaron.

Quienes debían cuidarme, me maltrataron, me dejaron solo, me auguraron futuros terribles, me pusieron en el medio, y después a un costado, menospreciaron partes nobles de mí, me hicieron sentir idiota, me trasladaron sus errores y problemas, me estructuraron la psiquis de forma enferma, me llenaron de miedos, de inseguridades, de carencias, de ausencias, de excesos, de bronca, odio y resentimiento, de soledad, de dolor.

Quienes debían cuidarme me ofrecieron esta visión del mundo, y me pusieron en él así, y yo entendí, porque no podía hacer otra cosa, que el mundo era así. Que así eran los demás, y así era yo; que así era todo.

Tuvieron que pasar muchos años para que pudiera comprender que no era así. Tuvieron que pasar muchos años para que pudiera comprender un poco mejor qué era el mundo, y quién era yo.

La parte de mí que logró curarse, entonces, sintió profundo dolor por los que son pares del que fui, y se compró un traje de héroe barato, de salvador venido a menos, que intenta por todos los medios evitar que los demás pasen por donde yo he pasado. Estúpidamente obstinado voy por el mundo con un espíritu romántico que supone que el mundo puede cambiarse, que la gente no merece aceptar todo lo que le dan, que a los niños hay que cuidarlos, que a la gente hay que ayudarla, y no dejarla sola, que nadie merece sufrir gratuitamente. Como un Holden de poca monta, anónimo y bastante torpe, me escurro entre el centeno del mundo buscando cuerpos al borde del precipicio. Sé que es absurdo, pero eso hago.

La parte que no se ha curado, sin embargo, se dedicada a manejar algunos otros hilos, y me pone a socorrer a esos cuerpos que no quieren ser ayudados, que no buscan nadie que los moleste en su juego, que entienden su mundo como yo alguna vez lo entendí, y no quieren nadie que los moleste. Me acerca peligrosamente al precipicio, y en ocasiones soy yo quien cae. Y entonces, esta misma parte se burla impiadosamente de mí, se ré en mi cara, y susurra por lo bajo que no hay salida, y que el mundo que alguna vez me presentaron, ese que se creó dentro mío, es el único, y que ya basta de intentarlo, que las pruebas están claras. Mirá cómo quedaste.

Y aún así, aún cuando esa parte aún enferma se empeña en dirigirme hacia los cuerpos equivocados, y aún cuando se regodea en mis fracasos, yo vuelvo a ese centeno, obstinada, estúpida, románticamente, y sigo tratando de  agarrar cuerpos al borde del precipicio.

De vez en cuando tengo suerte, y algo de lo que hago le sirve a alguien para algo. Será tal vez que por momentos, mi parte sana puede ganar alguna batalla. Y a veces tengo suerte, y como una ley natural, algún otro catcher salva a éste.
Sólo que a esta ayuda responden, alternativamente, mi parte sana y mi parte enferma.

1 opiniones:

Miriam | noviembre 06, 2012 12:53 a.m.

Este texto sangra.
Me gusta demasiado, tal vez porque se de la sangre, tal vez porque mi niña de seis años que no cicatriza se siente identificada... Tal vez simplemente porque esta muy bien escrito, pero para mí, cuando algo me golpea tan fuerte, no tiene que ver con la gramatica, ni la sintaxis, tiene que ver con la dosis perfecta de ambas cosas. Nada...Es mi humilde opinión...