Carta a Uds

Hoy que no tengo un buen día, hoy que estoy triste, hoy que el sol no calienta tanto como ayer y las horas son más largas, me acuerdo de ustedes, como si no tuviera nada mejor que hacer, como si lo merecieran, como si de algo sirviera, como si pudieran enterarse.

La bronca y la decepción me nublan la mente y entorpecen el pensar, y no sé ni qué decir ni por dónde empezar. (como si pudiera tener principio y final, como si fuera una línea) Tal vez lo inútil de imbuirme en estos mismo pensamientos sea el primer obstáculo que deba sortear.

No valen nada. Acá está la conclusión, no tienen que seguir leyendo: no valen nada. Son sólo fruto de las matemáticas, de las probabilidades, de la contabilidad; son objeto de estudio de las ciencias más exactas. ¿Quién podría asignarles un valor, si la más mínima brisa los inclina, si el más tibio calor los atrae, si tienen más caras que el viento, si reptan sin siquiera una dirección, un sentido, un porqué o un para qué? Si ni siquiera ustedes saben dónde están o a dónde van… si acaso van.

Son producto de una baraja que los ubica, de un capricho del momento, de la instantánea de moda, son la tapa de una revista barata, son volátiles y efímeros como el polen de Noviembre, livianos como el aire tibio, inasibles como un día de lluvia. Los mueve y amontona la más inocente y fresca ventisca, y así están, unos encima de otros, irreconocibles en su masa informe, con su pobre y mediocre ser por única posesión.

Dicen que no es tan difícil vivir entre la mierda una vez que te diste cuenta que ahí estás. Después de todo, ustedes son mayoría, y así va a seguir, y no puedo decidirme si es más maligna su existencia que sus ausencias, y no tengo soluciones a la mano, y no quisiera ocupar más tiempo en ustedes, que ahora mismo están leyendo y preguntándose para quién será. Pues si dudaste, es para vos. Y si aún creés que no es para vos, pensá cuánto falta para que sí lo sea...

Como si sirviera de algo, como si pudiera así reparar sus aguijonazos, sus ausencias y presencias, como si la regeneración fuera exógena, como si hubiera descubierto una teoría ineludible o hubiera salvado mil vidas, así, como en vano, les dediqué estas líneas.

Me despido, ojalá que para siempre, deseándoles, de corazón, no más que lo que tienen

S.